La calma que se vivía en los mercados financieros internacionales se interrumpió la semana pasada cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció el plan bancario que le pone freno a la desbocada carrera de Wall Street por hacer plata.
El jueves, luego de la rueda de prensa de Obama -quien estuvo rodeado por todo su equipo económico-, se vivieron momentos de nerviosismo en los mercados y cayeron las Bolsas de Asia, Europa, Estados Unidos y América Latina. El viernes continuaron los descensos y creció la preocupación de Wall Street por lo que consideran unas medidas extremadamente agresivas de la Casa Blanca
Pero si las medidas cayeron como un baldado de agua fría sobre la banca, el tono que utilizó el presidente Obama al hacer el anuncio ante la prensa dejó congelados a todos: "Si quieren pelea, la tendrán (...) Los contribuyentes no volverán a ser rehenes de los bancos que son demasiado grandes para hundirse", dijo el Presidente más poderoso del mundo.
Las medidas que han generado tanta incertidumbre entre los banqueros tienen que ver con la limitación al tamaño y a las actividades de las mayores instituciones financieras. El plan prevé que las entidades que son dueñas de bancos no pueden tener, invertir ni patrocinar fondos de capital de riesgo. Además, se les obliga a operar en los mercados financieros con recursos propios y no con los de los clientes. En el fondo, lo que el gobierno de Obama quiere es evitar que estas grandes entidades transnacionales utilicen el dinero de los ahorradores para hacer especulaciones financieras e invertir en riesgosos mercados de derivados, que fueron, en últimas, los que llevaron a la última crisis, que dejó a millones de personas en todo el mundo sin pensiones, sin empleo y sin casa.
Alberto Bernal, de la firma Bulltick Capital Markets, le dijo a SEMANA que son pésimas noticias para la banca. "Es como quitarles el negocio de tesorería y prohibirles que tengan una mesa de dinero, eso tiene consecuencias muy graves". Es como si en Colombia les prohibieran a los bancos hacer tesorería, un negocio que combinan con la actividad crediticia.
Los grandes bancos estadounidenses, como Goldman Sachs, JP Morgan y Bank of America, cayeron en la Bolsa, tras las declaraciones del mandatario estadounidense. La BBC informó que el grupo Financial Services Roundtable, que representa a las 100 principales firmas de servicios financieros en Norteamérica, aseguró que Obama intenta hacer volver a Estados Unidos al pasado y rechazó la medida.
El mandatario norteamericano justificó la propuesta diciendo que no se debería permitir a los bancos alejarse demasiado de su tarea principal, que es prestar un servicio a los clientes y no especular con su dinero. La pregunta es si la decisión política de Obama se extenderá en los gobiernos de otras latitudes. Ya en Europa, cuyos gobiernos son más dados al intervensionismo, varios políticos ofrecieron su respaldo a este plan. Más aún cuando son medidas muy taquilleras en sociedades golpeadas por la crisis y donde le echan gran parte de la culpa a la codicia de los banqueros y a la falta de regulación.
Es el caso de Estados Unidos, donde muchos sectores aplauden la medida, pues los bancos han hecho grandes ganancias en negocios que van mucho más allá del tradicional de captar para prestar. La caída de Lehman Brothers, el rescate de AIG y el hecho de que muchos bancos que recibieron paquetes de apoyo del gobierno estén haciendo ganancias a expensas de los recursos que les inyectó el Estado hace apenas unos meses les dan aún más argumentos a quienes respaldan las medidas de Obama.
Austan Goolsbee, un economista de la Casa Blanca, le dijo a The Wall Street Journal que "lo importante es que las instituciones que cuenten con el respaldo del gobierno no puedan generar ganancias de sus propios recursos".
Ahora bien, para algunos el endurecimiento del presidente Obama frente a la banca tiene que ver más con una reacción política por el primer revés que tiene el jefe del Estado en un año de gobierno. La semana pasada el republicano Scott Brown ganó el escaño al Senado por el estado de Massachussets, que le pertenecía al recién fallecido Ted Kennedy, y los demócratas perdieron la supermayoría.
Aunque algo puede haber de cierto, otros dicen que no hay que olvidar que desde su posesión, Obama fue enérgico con Wall Street y rechazó los excesos que la banca continuaba cometiendo después de la crisis. El año pasado, el mandatario se quejó porque las prácticas de pago de bonos y grandes compensaciones continuaron en algunas instituciones y por el lobby que muchos banqueros venían haciendo en el Congreso para tratar de frenar la reforma.
El asunto que desconcertó a muchos en Wall Street es que un proyecto inicialmente presentado al Congreso no era tan duro. Contemplaba cambios muy importantes en cuanto a las facultades de supervisión de la Reserva Federal, FED (banco central estadounidense) y la Securities and Exchange Commission (SEC), entidad que supervisa otros participantes clave en el mundo de bolsas y mercados financieros. También proponía la creación de un fondo para resistir futuras crisis. Incluso la medida de aplicar un gravamen a los movimientos financieros y una especie de impuesto extraordinario para los grandes bancos, con el fin de cubrir los costos de los planes que el gobierno instrumentó para rescatar a muchas instituciones, no generó tanta reacción como este último ajuste.
Naturalmente, la medida tiene que pasar por el Congreso, y ahí se va a dar un gran pulso de poder entre el poder político del gobierno de Obama y el poder económico de Wall Street, con su larga billetera y su ejército de lobbistas.
Aunque algunos analistas creen que podría ser más fácil su aprobación que proyectos como la misma reforma en salud, hay quienes piensan que se le podría complicar. El editor de la BBC para Estados Unidos dice que no será sencillo aprobar todas estas nuevas medidas en el Senado, "sobre todo tras la victoria del republicano Scott Brown en las elecciones al Senado en el estado de Massachussets, que priva a los demócratas de la 'supermayoría' de 60 senadores con la que contaban en la Cámara Alta".
Y es que los analistas en Estados Unidos dicen que detrás de las medidas está el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, quien ha sido uno de los más críticos de los bancos. En la Casa Blanca están convencidos de que mientras el sistema financiero es mucho más sólido hoy que hace un año, todavía opera bajo las mismas reglas que lo llevaron a su cuasicolapso.
Hay un amplio consenso entre los analistas en que esta es la reforma bancaria más profunda en los últimos 70 años en Estados Unidos. De hecho, algunos creen que está muy en línea con la llamada Ley Glass-Steagall, que en la Gran Depresión de los años 30 separó la banca comercial de la de inversión. Sin embargo, el gobierno estadounidense dijo que esta no es una nueva versión de esa ley.
Aunque este marco regulatorio podría ser lo que se estaba esperando para darle punto final al epílogo de la crisis financiera, también es cierto que tiene efectos colaterales. Es claro que al imponerles fuertes restricciones a los grandes bancos se reduce el dinamismo del sector financiero, que es, en el fondo, la punta de lanza del capitalismo. Algunos operadores del mercado dijeron que están muy preocupados por las consecuencias, justamente cuando la economía comienza a recuperarse. Sin duda que lo que se verá en los próximos meses es un pulso duro entre el presidente Barack Obama y Wall Street. ¿Quién ganará? Es una difícil apuesta.